sábado, 2 de abril de 2016

¿Sabes cómo conoció a Carolina?

El otro día, parada en un semáforo camino al trabajo, escuché la conversación de dos chicos enchaquetados, cortados por el patrón Big Four, que se encontraban a mi lado.
 
—¿Sabes cómo conoció él a Carolina?—Le dijo el más alto al pelirrojo (por cierto, tengo la teoría de que hay muchos pelirrojos por la zona de Azca, pero ese es otro tema).
—No ¿Cómo la conoció?—Contestó éste.

Eso, eso ¿cómo la conoció?—Pensé. Yo, coleccionista nata de inicios de historias de amor, agudice lo más que pude mis oídos. ¿Sería en un taller de escritura? ¿se chocarían por la calle? Quizás compartieron asiento en un viaje de tren... Tú 6a, yo 6b, tú ventanilla, yo pasillo... y una vida por delante...
 
—La conoció haciendo una Due Diligence—. Contestó el alto, destrozando de un plumazo todas mis fantasías. "¿Haciendo una Due Diligence?", la verdad es que me decepcionó la respuesta. Bueno, si hubiera dicho "a través del Tinder" directamente hubiera cruzado el semáforo en rojo, pero... ¿una Due Diligence? ¿hay algo menos romántico?
 
Para los que no sepáis lo que es, no os preocupéis por ello, es normal. Es un término muy de consultoría y más concretamente muy de Big Four (lo que reafirma mi teoría de que los chicos pertenecían a una de ellas). Una Due Diligence es, a muy grandes rasgos, la auditoría que se realiza a una empresa previa a una fusión o adquisición.
 
¿Haría el amigo del alto y del pelirrojo una auditoría a  Carolina antes de adquirirla y fusionarse con ella?... Yo buscando la poesía hasta en las auditorías... ¡Vaya, la poesía me persigue! Bueno  a lo que íbamos: lógicamente Carolina y su novio se conocerían porque formarían parte del mismo equipo de trabajo encargado de realizar una Due Diligence, sin más.
 
Y me quedé pensando en la anécdota, y caí en la cuenta de que esa frase no la hubiera escuchado en Sevilla, por ejemplo. La escuché porque estaba en Madrid y concretamente en los alrededores de Azca, considerado uno de los centros financieros de la capital. Si dices en Triana —¿Sabes cómo conoció él a Carolina? haciendo una Due Diligence—; o te miran como a un tarado; o te invitan al loco de la colina; o, como mínimo, te sacan una copla con Carolina de protagonista y el Due Diligence, mal pronunciado e infinitamente repetido, de estribillo.
 
Sin embargo en Madrid el trabajo está en casi todas las conversaciones. Es difícil conocer a alguien y que la segunda pregunta no sea ¿dónde trabajas? e incluso puede ocurrir que como no digas una consultora potente o una empresa del IBEX 35, tu interlocutor pierda rápidamente el interés.

Con esto no estoy criticando ni a Sevilla (mi preciosa y querida tierra) ni a Madrid (mi adorada tierra adoptiva), puesto que considero que tengo un poco de las dos; sólo que creo que es curioso como cada lugar tiene sus patrones de comportamiento y lenguaje.
 
Me encanta la calidad de vida de Sevilla y las oportunidades (sobre todo profesionales) que te da Madrid. Hasta ahora he podido compaginar, sin embargo, estoy en un momento de decisiones vitales, y ya se sabe que en las decisiones siempre hay algo a lo que tienes que renunciar. Me encuentro en una situación compleja (que no complicada), porque si tiro para lo personal tengo que renunciar en parte a lo profesional. Ces´t la vie, lo acepto y lo asumo (aunque ha costado), porque aunque el trabajo realiza intelectualmente y además te da de comer, no es lo que te alimenta el alma.
 

Hay personas que a priori pensaban que me equivocaba en mi reflexión. Una compañera y mentora mía, a la que tengo gran cariño, me decía el otro día que es como si un Chef se va a un chiringuito de verano. Dejando a un lado que, obviamente, me sobrevalora y que ha visto demasiados capítulos de "El chiringuito de Pepe", considero que la que se equivocaba era ella. Al final la convencí con todos mis argumentos:
  1. El valor de tu trabajo lo pones tú, ya trabajes para una multinacional o para una Pyme, ya lo hagas en consultoría o en empresa final, ya estés en la parte de ejecución o en la parte comercial, ya tengas tus oficinas en Londres o en Albacete.
  2. Por mucho que te llene tu trabajo, lo que te llena de verdad es la vida personal.
  3. Además, siempre me ha gustado el verano (y los chiringuitos!).

Aunque mira, existen casos en los que no renuncian a nada. Seguro que hay por ahí una pareja amándose y haciendo hijos y  Due Diligences sin parar, todo compatible. Mi más sincera EN....vidia hacia ellos. No, ahora en serio, la vida es decidir y a veces hasta renunciar, pero siempre con convicción y con una sonrisa.

Dedicado a Carolina, al alto y al pelirrojo, una anécdota real que me inspiró para este post. Ya sabéis, agudizad los oídos en los semáforos, las historias están en todas partes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario